sábado, 20 de noviembre de 2010

NOTA DE INVESTIGACIÓN

20.000 EXTRANJEROS ESTUDIAN EN LA UBA

Estudiantes latinoamericanos, los nuevos inmigrantes de Buenos Aires

Cada vez son más los jóvenes extranjeros que eligen la Universidad pública de Buenos Aires para graduarse. Sus motivaciones y las políticas estatales que se aplican sobre este fenómeno.
Por Julieta Gros
____________________________________________________________
El cosmopolitismo es sin dudas una de las características que define históricamente a la ciudad de Buenos Aires. Durante las primeras décadas del siglo XX la diversidad cultural e idiomática de sus habitantes despertó la preocupación de la llamada generación del 80, impulsora de un proyecto de modernización nacional que implicaba la afluencia masiva de inmigrantes europeos. En pocos años la ciudad sufrió una sensible transformación merced a las diversas costumbres, culturas e ideas que los recién llegados traían consigo. Forasteros de distintos países europeos ventilaban sus costumbres por los hacinados conventillos y se comunicaban mediante un lenguaje propio y original: el cocoliche.
Cierto es que tal heterogeneidad fue una consecuencia no prevista y fuertemente rechazada por los sectores hegemónicos de la metrópoli, quienes inmediatamente organizaron un movimiento tradicionalista y conservador para depurar los elementos bárbaros y conformar una identidad nacional en torno a la figura del gaucho.
Un siglo más tarde, Buenos Aires mantiene su carácter cosmopolita, aunque las motivaciones de quienes migran no responden ya a un proyecto nacional ni al sueño (frustrado) de hacerse la América, sino a aristas que tienen que ver, entre otras cuestiones, con las posibilidades que esta ciudad ofrece para aquellos jóvenes que aspiran a obtener un título universitario.
En este contexto, la Universidad de Buenos Aires (UBA) es protagonista de un fenómeno que 100 años atrás inspiró a reconocidas figuras de la elite porteña a delinear los calificativos más perversos y recordados de la literatura nacional, tales como, gronchos, negros o cabecitas negras. Afortunadamente, ninguna de estas frases vergonzosas circula ya por los pasillos de nuestras facultades públicas para calificar a los cada vez más numerosos estudiantes latinoamericanos. Según una investigación realizada por la UBA en 2009, el 30 por ciento de los jóvenes que estudian una carrera universitaria provienen de países latinoamericanos. El informe señala que durante los dos últimos años se duplicó la cantidad de alumnos extranjeros, siendo la mayoría (49 por ciento) procedente de Latinoamérica.

Motivaciones

Diversos son los motivos que explican este nuevo torrente migratorio, que ha elegido como destino final a la ciudad capital de Argentina. Mariela Andreozzi, Directora de Relaciones Internacionales de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), explicó que los latinoamericanos eligen Argentina porque la visión que tienen del país es excelente, tanto por la calidad de su gente como por el nivel de la educación. “Los bajos precios, en comparación con otros países, favorecen la elección”, opinó la Directora, para quien la noche porteña también es un elemento de gran atracción para los jóvenes foráneos. Al respecto, sostuvo: “Muchos de Chile y Colombia se casan con argentinos y se quedan porque Buenos Aires es muy libre, tiene mucha noche, mucha salida. Acá todos los días hay algo para hacer y eso a los jóvenes les interesa”.

Según el testimonio de Lila, una joven brasilera que estudia Medicina en la UBA, las motivaciones responden fundamentalmente a cuestiones económicas y burocráticas. “En Brasil es muy difícil ingresar a la facultad porque hay una serie de requisitos como el tipo de título secundario o el promedio con el que te recibiste, que acá en la UBA no te lo exigen. Además, los costos en Brasil son muy altos y en cambio acá es gratis”.

Muchos de los encuestados señalaron el prestigio como motivación principal, destacando que la calidad educativa de la UBA es altamente valorada a nivel internacional. “En mi país tiene mucho más valor el título que otorga la UBA que el que brindan las universidades privadas”, señaló Jimena, una ecuatoriana de 22 años que estudia Ciencias de la Comunicación en la sede de Ramos Mejía de la UBA. Su opinión coincide con la de Marcelo Tobin, Secretario de Relaciones Internacionales de la mencionada casa de estudios: “Nuestra Universidad es reconocida en el mundo por su prestigio y tradición académica. A esto se agrega que el país y Buenos Aires ofrecen una oportunidad única de intercambio cultural”.
El acceso libre y gratuito constituye el factor de atracción por excelencia, un verdadero imán que marca la diferencia entre la UBA y las universidades latinoamericanas, en su mayoría aranceladas. En principio, la gratuidad opera en esta institución de manera universal, es decir, se aplica para todos por igual, sin distinción de nacionalidad. María Adela, empleada de la Secretaría de Asuntos Académicos de la UBA, confirmó que el único gasto en el que incurre el estudiante extranjero tiene un valor de 15 pesos. Se trata de la homologación del título secundario para verificar su validez en el país. Esto no significa diferencia alguna respecto al estudiante argentino, ya que la legalización del título secundario tiene el mismo valor para los argentinos y constituye un requisito indispensable para inscribirse en el Ciclo Básico Común (CBC).
Según los datos recogidos, el prestigio y la gratuidad constituyen las motivaciones principales que incitan a más de 20.000 estudiantes extranjeros a realizar sus carreras de grado o posgrado en la UBA. La vida nocturna de la urbe y la experiencia de vivir en otro país resultan ser también factores de atracción para estos jóvenes latinoamericanos.


Políticas institucionales
Mientras que a principios del siglo XIX la llegada de los inmigrantes fue vivida como una invasión no deseada, otra parece ser hoy la actitud de los funcionarios encargados de las áreas internacionales y educativas respecto al fenómeno de los estudiantes extranjeros. Jorge Bragulat, miembro de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, señala que desde allí se apoya tanto a las instituciones universitarias públicas como a las privadas para atraer a una mayor cantidad de alumnos extranjeros. El especialista remarca que, además de elevar la calidad del sistema universitario con nuevos conocimientos y experiencias, la convocatoria de estudiantes extranjeros representa para Argentina la posibilidad de brindar servicios educativos a nivel mundial.

Esta política a favor del intercambio y de la integración cultural de la comunidad universitaria con sus pares internacionales es también sostenida por la Subsecretaría de Relaciones Internacionales de la UBA. Si bien esta área centraliza las tareas de coordinación y asesoramiento de los jóvenes extranjeros de la UBA en general, es llamativo el esfuerzo que cada Facultad realiza por su cuenta para que este fenómeno siga creciendo. En este sentido, todas tienen en sus páginas Web un área especial de fácil acceso para orientar al estudiante extranjero, brindando información sobre los convenios vigentes, algunos testimonios de quienes ya estudiaron allí, maneras de contactarse con la embajada, los pasos a seguir para la inscripción, e incluso información y videos sobre cómo manejarse en Argentina.

Un caso representativo de este tipo de trabajo lo constituye la Facultad de Agronomía (FAUBA), que recientemente desarrolló un nuevo programa, denominado Agro Familia, para fomentar el acercamiento académico y cultural entre los países. "El número de estudiantes extranjeros viene creciendo con continuidad año tras año. Para nuestras disciplinas, los países más demandantes de intercambio son Brasil, Colombia, México, España y Francia, y esporádicamente los Estados Unidos y otros países de Europa", explicó Andreozzi, cuya función consiste en coordinar y promover el intercambio de alumnos y docentes en convenios o en proyectos de cooperación. “Creemos que es importante que un alumno nuestro vaya al exterior a capacitarse y a conocer otras culturas, como también lo es que un alumno venga de afuera y reciba lo mismo”, comentó Andreozzi, para quien los convenios resultan de gran ayuda porque facilitan y agilizan el trámite de ingreso a la facultad. También ofrecen a los estudiantes una contención porque ponen a su disposición tutores que acompañan y guían a los recién llegados con los trámites legales, la búsqueda de un alojamiento y demás cuestiones académicas. “Al inicio de cada semestre tenemos una reunión donde les mostramos a los chicos las instalaciones para que vayan familiarizándose con el lugar“, dijo la Directora, y agregó: “Algunos chicos del centro de estudiantes, o alumnos extranjeros que ya tuvieron la experiencia del intercambio, participan de esas reuniones y les cuentan cómo es la Facultad, su organización, las materias, y los aspectos más cotidianos de la misma. Es mucho trabajo pero tratamos de contenerlos lo más posible”.

La mona vestida de seda no siempre mona queda

Del rechazo y la discriminación, a la aceptación e integración; en el transcurso de un siglo Argentina realizó un cambio sustancial en el terreno de la cultura digno de mención. Las políticas y medidas que buscan fomentar el intercambio entre estudiantes de distintas nacionalidades dan cuenta de este pasaje superador, pues en lugar de discriminar y animalizar al otro cultural, lo valoran, estimulan e integran. Los inmigrantes se han vestido de seda, y contrariamente a lo que reza el conocido refrán, lejos de mantener su estereotipia animal, han podido resignificar su lugar en el terreno de la cultura argentina. En este nuevo panorama del siglo XXI, el cosmopolitismo ya no es percibido como sinónimo de degradación sino como un elemento enriquecedor de nuestro ser nacional y cultural.
_______________________________________________________
La famosa noche porteña, otro condimento para elegir Buenos Aires


El prestigio y la gratuidad de la UBA no constituyen las únicas variables que hacen a Buenos Aires una ciudad por demás atractiva para los estudiantes latinoamericanos. La movida nocturna es también un factor de gran sugestión, pues no son pocos los jóvenes foráneos que encuentran fascinante esta característica propia de la “ciudad que nunca duerme”. Según dicen, en sus países de origen la vida nocturna termina cuando en Buenos Aires todavía está en pañales: “En Ecuador salimos a bailar a las 10 de la noche, y para las 2 de la mañana ya estamos de vuelta en casa”, comentó Ana Serrano, una ecuatoriana que estudia Ingeniería en Alimentación en la FAUBA.
Infinidad de bares, restaurantes y boliches abren sus puertas todas las noches para dar la bienvenida a los extranjeros, que no sólo vienen a estudiar, sino también a divertirse. Álamo, Shamrock, Casa Bar, Opera Day, Sahara, son los lugares más frecuentados por estos inmigrantes, quienes han hecho de Plaza Serrano su tercer hogar, después de la vivienda y la facultad.
La ciudad también ofrece otras variantes para la dispersión y el entretenimiento nocturno, como las peñas, las milongas y los after office. Estos sitios ofrecen una excelente posibilidad para aquellos extranjeros que quieren interiorizarse con las costumbres ciudadanas y entablar vínculos con los porteños.
La búsqueda del intercambio cultural coexiste con la necesidad de fomentar vínculos con los del propio palo. Estudiantes de la misma nacionalidad suelen juntarse en determinados bares que reproducen el estilo y los géneros musicales de sus propios países. Todo esto crea un clima casi patriótico que funciona como un paliativo para la nostalgia de quienes se encuentran lejos de casa.
Ya sea para conocer lo otro como para reconocer lo propio, los estudiantes extranjeros encuentran en la noche porteña lo que necesitan para divertirse y dispersarse luego de una larga jornada de puro estudio y concentración. Después de todo, el término “estudiantes” los califica, no los determina como sujetos sociales que son. Cabría preguntarse entonces por la verdadera motivación de estos forasteros: ¿es el estudio o es la noche? Probablemente se trate una combinación de ambas. Pero esto nos enfrenta a una nueva pregunta: ¿qué viene primero, el huevo o la gallina?
_______________________________________________

Haz lo que el Derecho dice, pero no lo que Derecho hace

Oficialmente, la universidad pública en Argentina es gratuita para todos, sin distinción de nacionalidad. El lema de la Revolución Francesa - Igualdad, Libertad y Fraternidad - parece, en principio, representar también la política de admisión de la UBA. Sin embargo, el derecho de acceso gratuito a la educación no parece aplicarse de manera homogénea en el marco general de esta casa de estudios, en la medida en que la Facultad de Derecho se maneja con sus propias reglas. Mientras que en las restantes Facultades los extranjeros sólo deben abonar un monto mínimo para cubrir los gastos administrativos, en la Facultad de Derecho existe, en relación a los costos, una marcada diferencia entre los estudiantes argentinos y los provenientes del exterior. Estos últimos, de no pertenecer a algún convenio de intercambio, deben pagar una tasa de inscripción al comienzo de la cursada y una cuota mensual durante el ciclo lectivo. Estas exigencias económicas no se aplican, por supuesto, para los estudiantes nativos. Así mismo, los costos varían según que el aspirante provenga o no del Mercado Común del Sur (MERCOSUR). En la página Web de Derecho, en una sección denominada “Costos”, están publicadas las distintas tarifas vigentes para los extranjeros sin convenios con la UBA: los procedentes del MERCOSUR deben abonar 1000 pesos, mientras que para los estudiantes que no pertenecen a dicho tratado internacional, la tarifa asciende a los 500 dólares.
De todo esto se desprende que la Facultad de Derecho, cual propietario de un bien privado, se reserva el derecho de admisión. Resulta paradójico que estas diferencias y arbitrariedades existan en un espacio dedicado a la formación de profesionales cuya función en la sociedad es la de impartir justicia y garantizar la igualdad de derechos para todas las personas. Los derechos, se sabe, son universales, y por lo tanto, iguales para todos. Parece que en Derecho haría falta ensayar la correlación entre la teoría y práctica, puesto que los contenidos que allí se estudian tienden a vaciarse de sentido cuando se presenta la posibilidad de aplicarlos en la realidad de la vida cotidiana.
_________________________________________________

OPINIÓN

Sobre cabecitas negras y estudiantes latinoamericanos

Son muchos los intelectuales que sostienen que en Argentina la historia se repite una y otra vez, sin que de las experiencias pasadas emerja algún tipo de reflexión, autoconciencia o aprendizaje. Carlos Vazeilles, historiador y docente de la UBA, es un fuerte portavoz de este discurso. En sus clases y escritos repite hasta el cansancio una frase que sintetiza enfáticamente su opinión al respecto: “Argentina nació para atrás y siguió yendo para atrás”, enuncia Vazeilles, quien desde una perspectiva crítica, de tinte marxista, entiende que nuestra nación fue conquistada por la metrópoli más retrógrada de la época colonial, España, y que esa característica marcó para siempre la historia de nuestro país. Una vez lograda la independencia - sostiene el historiador - la oligarquía porteña mantuvo la tradición conservadora e improductiva heredada de los españoles, pues en lugar de elaborar un proyecto de país que trajera prosperidad a la sociedad en su conjunto, se encargó de repartir las tierras en función de sus propios intereses. Dicho en otras palabras, nuestros padres fundadores tuvieron en sus manos un diamante en bruto, y en lugar de pulirlo y potenciar sus propiedades, lo hicieron estallar en mil pedazos. De esta manera, condenaron al granero del mundo a un lugar de subordinación, dependencia y dominación respecto de las potencias mundiales. Fue en este contexto que la generación del 80 puso en marcha un proyecto de modernización nacional, cuyo objetivo era depurar y enaltecer al ser nacional. Los encargados de llevar a cabo dicho proceso serían los ilustres y tan admirados europeos, pero quienes desembarcaron en el puerto de Buenos Aires no fueron los intelectuales progresistas que la oligarquía esperaba, sino los empobrecidos campesinos y artesanos que se exiliaron de sus países con la esperanza de mejorar su situación económica. El devenir de la historia les demostraría que Buenos Aires lejos estaba de ser la tierra prometida. Condenada a la miseria, la marginada fauna transoceánica, otro nombre que bien podría haberse sumado a ese repertorio de frases despectivas y bien oligárquicas, adquirió desde entonces la nostálgica costumbre de suspirar por la patria perdida.
En parte es cierto, la historia se repite. Numerosos documentos y hechos corroboran la tesis de Vazeilles: gobiernos interrumpidos por golpes militares son figuritas repetidas en el álbum histórico de nuestro país; políticos corruptos que priman su interés personal sobre el bien común han sido protagonistas estelares de nuestra novela nacional. Pero también es cierto que la historia es dinámica y que por los intersticios de la cultura hegemónica se filtran fenómenos que rompen con la lógica dominante: se trata del actual fenómeno de los estudiantes extranjeros y el modo en que los sectores de poder lo perciben, lo organizan, lo promocionan, lo estimulan. Frente al mismo fenómeno, la inmigración, se observa una marcada diferencia entre aquella actitud xenófila de los intelectuales del siglo XX y la apertura e integración cultural que buscan hoy nuestros funcionarios encargados de la educación y de las relaciones internacionales de nuestro país. Aquí no hay reproducción sino cambio, autoconciencia, superación. Por supuesto que no se debe pecar de ingenuo y celebrar acríticamente este logro cuando existen otras problemáticas sociales que exigen prioridad e inmediata solución. Argentina seguirá atrasada y continuará yendo para atrás en tanto y en cuanto estos gestos democráticos y humanísticos no se conviertan en síntoma de un cambio más general. Pero tampoco hay que ser escépticos. Los procesos son largos y el paso a paso es una filosofía que, aunque de origen futbolístico, bien podría servirnos para encarar un proyecto de país con miras al crecimiento y la auto superación.