miércoles, 25 de mayo de 2011

CNDC y la reivindicación del imaginario marcusiano

La relevancia de la participación/implicación de los actores en los procesos de cambio planificados




Introducción

Las crisis son momentos privilegiados para generar cambios en el espacio público, pues permiten poner en cuestionamiento las formas existentes e imaginar escenarios alternativos y deseados. Si entendemos que el futuro no está determinado sino que es determinable de múltiples maneras, la imaginación cumple entonces un rol fundamental en tanto que condición de posibilidad. Sin embargo, no basta con la imaginación para generar el cambio, pues este no se produce por sí mismo ni por decisión de un sujeto singular. Los cambios sociales requieren de un fuerte compromiso y de una voluntad política que ha de ser compartida por un grupo de personas dispuestas a poner en juego su libertad para luchar e incidir en pos de mejores condiciones de vida. Para ello, es necesario contar con la participación de todos y cada uno de los que conforman lo que Francisco José Mojica define como actor social: un grupo humano que se une para defender sus intereses y que obra utilizando el grado de poder que cada uno puede ejercer. Pero aún así, la imaginación y la participación de los actores sociales no son suficientes para garantizar la consumación del cambio. Resulta además indispensable una mirada reflexiva y multidimensional que pueda dar cuenta de la complejidad de los procesos y de las prácticas sociales, de la dimensión del poder siempre presente en las relaciones sociales, para poder así ofrecer respuestas y caminos que, con mayor probabilidad, acercarán a los actores a sus futuros deseados. En este sentido, la prospectiva estratégica resulta adecuada para planificar el accionar de estos actores comprometidos con el cambio, pues se trata de un enfoque metodológico que busca aumentar las posibilidades de concretar el futuro deseable, recurriendo para ello al aporte de los saberes y voluntades de los mismos. Y esto es fundamental en momentos de crisis, donde los actores tienden a angustiarse por la incertidumbre que el futuro les genera y necesitan muchas veces de una suerte de señal para no bajar los brazos. La prospectiva no adivina el futuro, pero reduce las angustias e incertidumbre a partir de métodos y técnicas científicas que permiten construir el futuro como un espacio de libertad, poder y voluntad. Tal es así que Gabiña llama a la prospectiva “la ciencia de la esperanza”.

El objetivo de este trabajo es demostrar la importancia de:

· la imaginación como condición de posibilidad de todo cambio;
· la participación de los actores sociales en los procesos de cambio; y
· del enfoque prospectivo estratégico para planificarlos.

Para ello, presentaré a modo de ejemplo el caso de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea (CNDC), cuya conformación fue posible gracias a la conjunción de estos tres factores: imaginación, participación y actitud prospectiva y estratégica para planificar sus acciones.

Crisis, lucha, ruptura y cambio: génesis de la CNDC

En 1977, en plena dictadura militar, se creó “de palabra” el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín (BCTSM). El carácter de única compañía, subvencionada por el estado y dedicada a la técnica contemporánea, la transformó desde entonces en objeto de anhelo de todas las generaciones de bailarines contemporáneos. Esta circunstancia ha sido conocida y aprovechada por cada dirección que tuvo a su cargo la dirección del ballet, gestionándola de forma discriminatoria y abusiva, usando y descartando a voluntad el elemento humano y artístico de sus integrantes, quienes debieron someterse a pésimas condiciones laborales, con contratos precarios e inestables, sin ningún tipo de protección en materia laboral. Esto fue posible porque las bases en las cuales fue creado ese ballet se mantuvieron vigentes desde sus inicios, sin modificación alguna, a pesar de que la realidad del país ha cambiado de manera fundamental.
Las condiciones precarias a las que estuvieron históricamente sometidos los bailarines del BCTSM se hicieron evidentes en Noviembre de 2007, cuando nueve de ellos sufrieron graves accidentes laborales, algunos de los cuales requirieron intervención quirúrgica que fueron costeadas por los propios trabajadores afectados. Esta situación generó una fuerte toma de conciencia de la necesidad de un cambio, por lo que todos los integrantes del Ballet Contemporáneo decidieron salir a bailar a la calle para reclamar por sus derechos y pedir legalidad para la institución que llevaba 30 años de existencia, sin que hubiera ninguna ley o decreto de creación.
Luego de estos sucesos, siete de los mejores artistas de la compañía fueron despedidos por decisión de las autoridades, por ser los que más se habían expuesto durante el conflicto dado que eran delegados y miembros de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Meses después, otros dos bailarines fueron también echados por el apoyo que demostraron tener por sus ex compañeros. Desempleados y carentes del apoyo de la mayoría de sus compañeros, que por miedo a represalias retrocedieron en sus reclamos, cinco de esos nueve bailarines decidieron seguir juntos el camino para completar su desarrollo como artistas profesionales y preservar su intangible patrimonio: la dinámica grupal que adquirieron tras diez años de trabajo conjunto. Con esta motivación decidieron crear el grupo de danza independiente “Nuevos Rumbos”, cuyos objetivos, perspectiva ideológica y postura política fue expresada a través de un informe publicado en su blog: “Es tarea imposible pretender ejercer un arte que es sinónimo de libertad y comunicación en un espacio que desde sus orígenes tiene una raíz tiránica y represiva. Es necesario un nuevo espacio de todos y para todos, que no se circunscriba a la cultura de una ciudad y que tenga alcance realmente federal. Que esté lejos de cualquier sistema dictatorial y que tenga sus orígenes en la democracia para que sea referente y propagador de ella a través de una compañía fundamentada en los valores de la nueva concepción de país, con una fuerte identidad democrática, que sirva para evocar y mantener presente, a través de la danza, la memoria de los hechos que nos marcaron”. Tiempo después se sumó a "Nuevos Rumbos" otra compañera del BCTSM, quien decidió, junto a otros bailarines que habían mantenido la lucha desde dentro del Ballet, renunciar a su trabajo para redoblar su apuesta por una causa que trascendía su interés individual. El 19 de Diciembre de 2008 la Secretaría de Cultura de Presidencia de la Nación Argentina, observando su trayectoria artística individual y desempeño grupal, valorando los resultados obtenidos con su dirección colegiada y destacando los objetivos iniciales que como grupo humano tuvieron, decidió contratar a los seis artistas de "Nuevos Rumbos" para integrar e iniciar la Compañía Nacional de Danza Contemporánea (CNDC). La misma cuenta hoy con 16 bailarines que gozan de las condiciones laborales necesarias para ejercer su profesión y con un repertorio propio, creado por coreógrafos nacionales y por los mismos integrantes, que busca reflejar la realidad en diálogo con la sociedad, cubrir las necesidades culturales del “aquí y ahora” e innovar las formas de expresar nuestra identidad nacional contemporánea. Con una concepción de la danza comprometida con las problemáticas sociales y la necesidad de cambio, la CNDC desarrolla actividades para desarrollar la función social que consideran ser responsables, dictando talleres gratuitos y realizando funciones en cárceles y fabricas recuperadas.


La imaginación como condición de posibilidad

La CNDC es resultado de una crisis que colaboró con la identificación y concientización de determinadas problemáticas compartidas por sujetos que, organizados y comprometidos con la necesidad de un cambio en sus condiciones materiales de existencia, imaginaron un futuro mejor y actuaron estratégicamente y planificadamente para alcanzarlo. En este sentido, la CNDC no hubiese sido posible de no haber contado con el compromiso de sus integrantes fundadores, quienes lograron atravesar y superar un período de profunda crisis personal y profesional gracias al apoyo y trabajo en conjunto, pero sobretodo, gracias a que compartían un horizonte de expectativas y deseos en común: construir un ambiente de trabajo democrático donde poder expresarse libremente como profesionales comprometidos con lo social, bajo condiciones respetables y justas. Uranga llama a este deseo compartido futurible: escenarios futuros que, a partir del presente, resultan no sólo imaginables sino plausibles a partir de los elementos de análisis que ofrece el enfoque prospectivo.

La participación como voluntad de ser e incidir

El futurible arriba mencionado fue el motor que les permitió a estos seis bailarines tomar decisiones y sortear los diferentes obstáculos que se presentaban a medida que iban avanzando hacia sus objetivos, negociando y adaptándose a determinadas circunstancias imprevistas, pero nunca perdiendo el rumbo, la dirección determinada por ese deseo y esa voluntad de ser y de incidir de la que habla Uranga en su texto “Prospectiva estratégica desde la comunicación”. Sostiene el autor que todo sujeto se afianza y consolida como actor social en el espacio social a partir de su voluntad de ser - entendida como la búsqueda de la afirmación de la identidad propia de todo sujeto desde su individualidad pero también en cuanto partícipe de lo social - y su voluntad de incidir – el deseo de ejercer influencia sobre otros sujetos, sobre el modo de entender la existencia colectiva y, en consecuencia, sobre los modos de gestionar lo social -. En este sentido, los bailarines que decidieron visibilizar el conflicto interno de la BCTSM a través de una presentación artística en la calle, asumieron un rol de liderazgo, y cuando decidieron organizarse y formar su propia compañía, aspiraron a convertirse en paradigma de sus compañeros y de los bailarines en general.

La prospectiva como actitud mental para la acción

Desde el sentido común suele decirse que es muy fácil hablar con el periódico del lunes, frase que hace referencia a la imposibilidad de predecir el futuro y, por lo tanto, a la carácter azaroso que supone cualquier toma de decisión. Sin embargo, quienes sostienen una perspectiva prospectiva, si bien no tienen frente a sus ojos el diario de futuro, sí pueden anticiparlo a partir de métodos y técnicas adecuadas.
Sostiene Merello que la prospectiva, lejos de ser una ciencia o una mera utopía, es ante todo una actitud mental, que partiendo de la idea de que el futuro está abierto, primero anticipa la configuración de un futuro deseable, luego, desde ese futuro imaginado reflexiona sobre el presente con el fin de insertarse mejor en la situación real, para así poder actuar eficazmente y orientar nuestro desenvolvimiento hacia ese futuro objetivado como deseable. El pasado tiene aquí valor en la medida en que se articula con el futuro. Sostiene Matus que para poder enfrentar lo imprevisto con velocidad y eficacia, es necesario que los actores aprendan del pasado reciente y pongan ese conocimiento al servicio del futuro.
Esa actitud prospectiva ha de complementarse con una metodología y una planificación estratégica que le es propia, pues no se trata de un mero deseo que se estanca en lo posible para quedarse allí, como un sueño que si el destino así lo quiere se hará realidad, sino que consiste en un acto de imaginación reflexiva y creadora de un polo deseado que es seguida de una reflexión y de una programación prospectivas, contando con herramientas de análisis y técnicas de diagnóstico y de planificación que definen los pasos necesarios para transformar la situación presente en la situación deseada.
Según lo expuesto, podemos decir que, en el ejemplo propuesto, el actor social asumió una actitud prospectiva, pues al imaginarse la posibilidad de una Compañía Nacional pudo anticipar los pasos necesarios para convertir ese sueño en un proyecto concreto y real. A partir de la configuración del futurible - y teniendo en cuenta las experiencias adquiridas en el pasado para actuar en conjunto - los bailarines pudieron reflexionar sobre el presente desde una visión crítica, asumir una actitud activa frente a la historia y programar las acciones necesarias para alcanzar sus objetivos.

Cambio de objetivos: del corto y al largo plazo

Desde la función callejera a la formación de la CNDC existieron multiplicidad de miedos, incertidumbres, conflictos internos, obstáculos, oponentes. Todos estos factores, que condicionan el futuro y lo convierten en un campo de batalla, exigieron para su superación de la toma de difíciles decisiones, a partir de las cuales el objetivo mismo de este actor social considerado fue modificándose. Si en un principio el futurible se cristalizaba en la obtención de los derechos laborales para continuar bailando en el BCTSM bajo mejores condiciones, este objetivo de corto plazo – y no por ello poco importante - mutó hacia uno más ambicioso y largoplacista: la conformación de un espacio propio, democrático y horizontal, que gozara de legitimidad institucional, para poder volcar allí sus propias ideas y convicciones acerca de lo que debería ser la danza contemporánea en el marco de una sociedad contemporánea. Este cambio de objetivo, o mejor dicho, esta ampliación del objetivo - puesto que el reclamo por los derechos laborales nunca fraguó y gracias a esta lucha el BCTSM goza hoy de condiciones dignas de trabajo – fue producto de una actitud prospectiva y de una decisión estratégica. Al respecto, Merello señala que la prospectiva es un mecanismo mental que crea objetivos a medida que avanza y perfila mejor sus fines. Utilizando la metáfora de la brújula que va creando su polo, el autor explica que a medida que se perfilan mejor los fines, se deben recrear los objetivos, y en consecuencia modificar los cursos de acción. Esta proposición permite entender el cambio de objetivo que experimentaron los bailarines, entendiéndolo no como resultado de la improvisación desorganizada sino, antes bien, como una actitud consecuente con el enfoque prospectivo.
La adaptación a los cambios, sostiene Gabiña, es algo que no se improvisa, y tal como señala Pérez, responde a la capacidad de estrategar propia del hombre en tanto ser bifurcado. En este sentido, el despido significó para los bailarines una crisis de identidad, pues debieron dejar de ser (circunstancialmente) bailarines para convertirse en luchadores comprometidos. Por otro lado, aún cuando por una orden del juez que atendió en sus causas fueron reincorporados a la compañía, el director mostró su perfil más cruel y autoritario, permitiéndoles la entrada al salón de ensayo pero prohibiéndoles la posibilidad de bailar en el escenario junto a sus compañeros. La ampliación de sus metas respondió entonces a sus circunstancias, al mismo tiempo que representó de una manera más cabal sus más profundos deseos, que hasta ese entonces parecían inimaginables. A este respecto sostiene Gabiña que mientras que el corto plazo implica políticas de parches, el largo plazo es lo único que puede garantizar el éxito de las acciones que comprometen nuestro futuro.

Un actor clave

En este cambio de rumbo desempeñó un rol fundamental y predominantemente estratégico Rubén Mosquera, miembro de la mesa directiva de ATE, quien desde el inicio de los conflictos acompañó y apoyó a los bailarines en su lucha por los derechos laborales. Cuando esta última se había estancado porque sus portadores más tenaces habían sido desvinculados del Ballet y la mayoría de sus compañeros que permanecieron perdieron su voluntad de incidir, bajando sus cabezas cual avestruces*(ver nota al pie de página), fue él quien comprendió que no sólo los métodos debían revisarse sino que el objetivo mismo debía ponerse en duda. Un bailarín que decide parar para visibilizar sus demandas, comienza desde ese instante a perder su identidad, pues la danza es una disciplina exigente que requiere de un constante entrenamiento para mantener el nivel técnico y el estado físico necesarios. El paro como medida de fuerza va en perjuicio del propio trabajador pues cada día que pasa sin estrenar, el bailarín va perdiendo flexibilidad y potencia muscular. Esto fue claramente vislumbrado por Mosquera, quien propuso a los bailarines reflexionar sobre sus objetivos, aportándoles una idea portadora de futuro más adecuada a sus subjetividades, sentimientos e intereses: la posibilidad de una compañía nacional. Su actitud puede ser definida como prospectiva, en la medida en que sin pretender adivinar el futuro, ayudó a construirlo, teniendo siempre presente el escenario deseado por los bailarines en cada decisión que debían tomar.



Imaginar lo imaginable

Señala Mojica que el futuro es construible más que previsible y, por lo tanto, además de lo probable existen otras alternativas que podrían explorarse y que el autor denomina “escenarios alternos”. En este sentido, Mosquera tuvo la capacidad detectar y diseñar un escenario alterno, que a diferencia del escenario probable, nos indica no para dónde vamos sino para dónde queremos ir. De un modo similar opina Merello, quien utiliza el concepto de futurable para diferenciarlo del concepto de futurible: mientras que este último implica mirar al futuro con ojos nutridos por la experiencia del presente, aquel consiste en abrirse a nuevas maneras de ver las cosas y ver el futuro con ojos de futuro. El futuro en sí es riesgo dice Gabiña, es una página en blanco que queda por escribir pero que dependerá fundamentalmente de la imaginación, de la voluntad y de la actitud prospectiva que los actores sociales demuestren para que sus acciones se escriban en clave de éxito o de fracaso. La conformación de una compañía de danza contemporánea, avalada por la Secretaría de Cultura de la Nación, dirigida de manera colegiada, donde los bailarines pudieran participar en la toma de decisiones y desarrollarse como artistas profesionales en un espacio democrático bajo condiciones dignas de trabajo, era algo impensable, sobretodo en el marco de un crisis internacional como fue la de 2009. Y sin embargo, fue posible. Y no porque el destino así lo quiso, sino porque estos seis bailarines corrieron riesgos, tomaron decisiones, actuaron estratégicamente y planificaron sus caminos a partir de esa capacidad que solo los seres humanos tenemos y que deberíamos trabajar para potenciarla: la de imaginar, incluso, lo inimaginable.




xxxxxxxxxxxx




*Aclaración: Michel Godet señala cuatro tipo de actitudes del ser humano frente al provenir:



    1. La actitud de avestruz: consiste en ignorar el cambio, evitando y esquivando los problemas. Coincide con la resignación y la asunción de que, inevitablemente, hay que sufrir el futuro.

    2. La actitud reactiva: consiste en encarar las situaciones conflictivas en el momento en que se presentan, es decir, se trata de esperar el cambio para reaccionar.

    3. La actitud preactiva: consiste en prepararse y anticiparse para los cambios del futuro.

    4. Actitud proactiva: consiste en fundamentar la acción en la construcción del futuro. Implica provocar un cambio deseable, influyendo de este modo en el futuro.

    Mientras que las dos primeras actitudes implican la creencia en la imposibilidad de modificar el futuro según lo deseado, las últimas dos son ambas prospectivas y, según el autor, garantizan el poder.


    Aplicando esta tipología al caso tratado, es probable que cada uno de los actores que intervinieron de alguna manera en los conflictos ya enunciados, con mayor o menor grado de compromiso, desde diferentes perspectivas y estratégicas, puedan sentirse identificados con alguna de las 4 actitudes propuestas por Godet. También es probable que existan otras actitudes que este autor no pondere, y en ese sentido, abro este trabajo a quien quiera aportar otras taxonomías. Pero más allá de estas diferencias, y tal como lo sostiene Uranga, todos los actores son importantes para el cambio, si bien cada uno tiene aportes distintos, específicos y también intereses diferentes. Por último, es menester aclarar que no existe un solo camino para llegar a un destino, por lo tanto, aquellos que por exponerse de manera más radical debieron tomar decisiones drásticas para llegar a sus objetivos, recorrieron un camino distinto a aquellos otros que, eligiendo continuar la lucha sin romper su relación contractual con el BCTSM, decidieron más tarde, cuando comprendieron que de ese modo no llegarían a sus objetivos, tomaron la difícil decisión de abandonar una situación de estabilidad por otra mucha más arriesgada pero en concordancia con sus principios, camino este que igualmente los condujo a la concreción de ese deseo compartido por los que finalmente, desde diferentes caminos, se encontraron en un mismo futuro hecho presente gracias sus acciones y estrategias partculares.





    xxxxxxxxxxxx
















    BIBLIOGRAFÍA

    URANGA, Washington; Mirar desde la comunicación. Buenos Aires, 2007.
    MATUS, Carlos; Teoría social del juego social. Edic. UNLA (Colecc. Planificación y Políticas Públicas), Remedios de Escalada (Argentina), 2007. págs., 165 a 192. El actor en situación (sesión 5)
    GABIÑA, Juanjo; Prospectiva y planificación territorial, Alfaomega-Macombo, Bogotá, 1999. págs. 1 a 15
    MERELLO, Agustín; Prospectiva. Teoría y práctica., Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1973, págs. 11 a 29
    PEREZ, Rafael Alberto; Siete cambios que conducen a una teoría estratégica más humanizada.
    MOJICA, José; Determinismo y construcción del futuro.
    http://www.companianacionaldedanzacontemporanea.blogspot.com/