viernes, 20 de febrero de 2009

CRITICA A ALAN PAULS

Narrada en tercera persona, La historia del llanto es una novela que invita al lector a conocer los pensamientos más íntimos de un niño de cuatro años, pero expresados en un lenguaje adulto. En virtud del pacto ficcional, que autor y lector de ficción suscriben, la elección de postular el mundo interior de un infante desde un razonamiento y lenguaje adultos resulta absolutamente verosímil. El lector acepta desde el principio dicho pacto sin preguntarse acerca de la veracidad o falsedad de lo que lee. De lo contrario, la lectura de esta novela, y de cualquier texto de ficción, sería insostenible.
Otro recurso de verosimilizacción utilizado en este relato de ficción es la introducción de datos sacados de la realidad histórica, tales como la fecha exacta de la caída de Salvador Allende o la lectura por parte del personaje principal, ya de trece años de edad, de la revista La causa peronista. Sin embargo, este mismo recurso juega por momentos en contra de la búsqueda de lo verosímil, en tanto que el tratamiento aleatorio del tiempo deja ciertas lagunas temporales y algunas contradicciones.
El punto de vista adoptado por el narrador, focalizado en la vida del niño, permite el florecimiento de la subjetividad. En este sentido, si bien narrador y autor no se confunden, por los pocos datos que gracias a los reportajes y biografías podemos conocer acerca del autor, y por la forma detallada en que son descriptas las sensaciones e interpretaciones del personaje principal, no sería demasiado aventurado aducir los hechos narrados en la novela a la propia experiencia de vida de Alan Pauls. Claro que esto quedaría siempre como una incógnita indescifrable y es lo que en definitiva forma parte del juego entre ficción y realidad que hacen de todo relato ficcional algo por demás interesante.

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